Procedo de una familia de raíces irlandesas y tradición policial. Con el transcurrir de los años, los casos me provocaron ciertos “trastornos” y, después de encañonar a una viejecita que casualmente doblo dos esquinas tras de mí, conllevaron a que me “invitasen” a dejar el cuerpo. Después de un tiempo a tratamiento y adoptar cierta adicción al Trankimazin pude conseguir, gracias a ciertas amistades que “taparon ciertos detalles”, la licencia de detective privado; bueno, a las amistades y “mi expediente”.
Un buen día (me pueden ciertas frases clásicas), me encargaron investigar el porqué prácticamente de un día para otro los suburbios quedaron completamente vacíos.
Curiosamente no recuerdo los detalles, pero cuando la investigación estaba bastante avanzada y parecía que iba a dar con la clave, misteriosamente me retiraron del caso y lo cerraron. Por supuesto, seguí haciendo averiguaciones por mi cuenta; lo cual me llevó a dar con Matthew Bennett, aunque hoy por hoy aún no se si fui yo quien dio con él o fue él quien se dejo ver, pero me inclino más por esta última opción.
Casualmente, la noche en la que nos encontramos yo había tenido “una pequeña discusión” y había quedado “un tanto dañado”. Matthew me dijo que me podía ayudar tanto a saber lo que quería como a salvar “la vida”. Puesto que no me esperaba nada más que mi oficina vacía y parecía que no me quedaba mucho tiempo, acepté su ayuda. Ahí empezó todo.
No sé exactamente el tiempo que pasó, pero debí quedar inconsciente al poco de aceptar dado que lo siguiente que recuerdo es despertar cerca de donde estábamos, mis heridas restañadas y “sin ningún malestar”. De hecho, por no tener no tenía pulso aunque era evidente que me podía mover y pensar. Ante el gran sobresalto que me produjo darme cuenta de eso, Matthew me contó lo que él era y en lo que me había convertido. Me dijo que tarde o temprano esto pasaría, pero que tuvo que adelantar el momento puesto que era una pena que mi talento para la investigación se desperdiciase, dado que había descubierto un secreto celosamente guardado desde hacía unos años.
También me dio unas cuantas reglas básicas:
1º No podía contárselo a nadie, tendría que guardar ese secreto y el de la existencia de nuestra especie “por la eternidad”.
2º No meterme en grandes problemas, no sabes quién domina el territorio en el que estas.
3º No podré hacer lo mismo que me hizo a mí, creo que lo llamó “abrazo”, a menos que sea aprobado por un “antiguo”.
4º Mi “Sire”, mi señor, quien me convirtió en lo que ahora soy, es responsable de lo yo que haga.
5º Cuando llegue a una ciudad, tendré que presentarme al “Príncipe”, no es recomendable hacer las cosas sin su permiso para permanecer en sus dominios.
6º Está prohibido acabar con la existencia de otro “vástago”.
sábado, 16 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
mmm......... interesante......
continua, por favor
A ver si renuevas XD
aix, cuantas veces nos habremos saltado esas normas...
Publicar un comentario